Fotografía mental – Primera Parte

Noches como aquella merecen ser recordadas. Historias como aquella merecen ser escritas. Un paseo. Naturaleza. La mejor vista nocturna de Viña del Mar. Más de siete años desde la última vez que se habían visto. Un estilo de vida los presentó  años atrás y fueron ellos mismos quienes, casi de la nada, quisieron jugar a juntarse y tener una cita. No se amaban, no se querían, es más, vagamente se conocían. En siete años habían cruzado pocas palabras, pero decidieron jugar a tener una cita. Antes de aquél día no había historia.

Ella no esperaba mucho, tampoco sabía qué esperar. Un paseo. Él conocía todas las calles. Ella simplemente lo seguía. Naturaleza. Se adentraron en un bosque y el camino se puso peligroso. Él tuvo que tomarle la mano para darle equilibrio y apoyo. No eran sus senderos, pero ella disfrutaba cada paso, con aquella adrenalina de no saber si quizás puedes sacarte la cresta y resbalarte al seguir avanzando, pero también con la seguridad de que él iba a estar ahí para afirmarla. El sendero se volvió plano, siguieron avanzando y ahí ella se maravilló con la mejor vista nocturna de Viña del Mar. Ése fue su regalo para ella. Ella no esperaba mucho y recibió la mejor sorpresa de todas.

Recibió la fortaleza del bosque, para que ningún triunfo la envaneciera,
La alegría de la naturaleza para que ninguna soledad la abatiera,
Y la libertad del ave, para elegir su propio camino *

Mientras recibía todo eso, un cálido abrazo le recordaba que todo aquello era real y que debía atesorar ese momento. Una cámara fotográfica no era necesaria. Ni la mejor cámara podría haber capturado la amplitud de la ciudad, la adrenalina, la paz del silencio y la belleza de dejarse sorprender.

 

Contiunará….

 

* Adaptación de la Oración del Caminante, Asociación de Guías y Scouts de Chile

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